ROMEO DEBE MORIR
PRIMERA PARTE
El LIBRO DEL BIEN Y EL MAL
CAPITULO 1
—Señor Valentine —Alguien llama con tono de voz apremiante, ligeramente fastidiado, no con el mundo que le rodea, ni con los otros conductores que de su alrededor, es por él— ¡señor Valentine!
Siseó una maldición por lo bajo, tambien molesto con el— ¿hm? —Divaga, con la única intención de molestarlo aun más— ¿necesitas algo, Christopher?
Christopher, quien además de fruncirle ceño, Riu sabía que su chofer, en lo más recóndito de su mente, lo maldecía, eso y luego de seguro pedía mil veces perdón. La servidumbre era tan complaciente, tanto que Riu lo odiaba. Todos menos Christopher.
—Ya despierta —refunfuño— ya casi llegamos y las fotografías las toman desde la calle. Sería muy mal visto que Riu Valentine haga su primera aparición a nivel mundial con el rostro aplastado contra la ventana y con otros fluidos del cuello para arriba.
Esta vez Christopher tenía razón. Debía dar una buena impresión, ya que era su primera aparición pública. Desde que habia nacido no habia sido fotografiado jamás, ya que en esos años, las conspiraciones y rumores de guerra eran tan fuertes que secuestros y asesinatos eran la orden del día. Una familia entera de nobles de su país había sido asesinada en esos años.
Riu sonrió arrogantemente— por eso quería vidrios oscuros.
Christopher mantenía la vista fija al frente, y de vez en cuando la mantenía en donde los autos se alineaban a la derecha, buscando un lugar por el que colarse para quedar al frente. El sistema de transporte era de lo más moderno. Para evitar contaminación, los vehículos usaban un sistema imantado, el cual seguía líneas de dirección sobre la carretera. Su sistema, en opinión de Riu, era demasiado cuadrado. Si ponías el coche en automático, siempre circulaba por la derecha. Si manejabas en manual, una vocecilla irritante imposible de apagar, programada claro, te repetía mil y un consejos para una excelente vida. Esa una de las razones por las que Christopher no habia encendido la radio: allí el programa más popular, el único mejor dicho, era en el que un locutor, Brennan Johansson, parloteaba acerca de lo maravillosa que era la vida en Ragnar, la gran ciudad sagrada del mundo. Hasta pronunciar su nombre era un privilegio, y qué decir de poner los pies en su templo.
Riu odiaba Ragnar.
Pero tomando en cuenta que Riu odiaba muchas cosas, Ragnar era una de las cosas que ocupaban su top-10 de cosas odiadas. Todo en esa ciudad era tan limpio, tan correcto, tan… inmaculado. Quizás no era un sentimiento extraño para alguien como Riu, quien ante una ciudad tan blanca y pura, el era demasiado sucio. Ragnar le hacía sentir sucio.
Riu cerró los ojos, tratando de alejar esos desastrosos y patéticos pensamientos.
—No te duermas de nuevo —le ladro Christopher— estamos ya muy cerca
—Me aburro —murmuro hastiado.
—Pues observa el paisaje —le aconsejo— es algo entretenido verlo.
Riu llevo la vista hacia la ventana, fastidiado. Alli, a lo lejos podían verse las torres de Ragnar, su monumento nacional: dos torres paralelas gigantescas, erguidas hacia lo alto, tratando de alcanzar el cielo, unidas por dos puentes que a lo lejos parecían de cristal. A su alrededor, Riu podía ver como un Globo (así le llamaban, Riu leyó que antes le llamaban, en tiempo antiguo, dirigible) revoloteaba a su alrededor. Se podían leer las letras que en el parpadeaban:
“Trigésima novena reunión del mundo”
“Que la Paz sea con Vosotros”
Esa era la razón por la cual Riu estaba allí. Para asistir a la pomposa pero importante reunión que realizan los tres países mas importantes del mundo: Fiore, Halo y Ragnar.
Fiore era su país, quien mantenía una delicada relación con el país de Halo. Ambos países estaban en prácticamente en un equilibrio delicadísimo que si se rompía, todo apuntaría a una guerra. Ya estaba comprobado, ya que el mundo habia vivido tres guerras mundiales. Hacía ya treinta y nueve años que habia ocurrido la ultima, he aquí el nombre de la reunión.
Lo único que mantenía aquel equilibrio en la actualidad era “El Libro”. Un libro milenario que contenía la verdad acerca del bien y el mal, en base al cual el mundo se movía. El mundo obedecía las órdenes de aquel libro, ya que si no lo hacían, se decía que el mundo se destruiría. La gente lo sabía, porque después de todo, ya habia ocurrido antes. Registros e investigaciones revelaron que hacía mucho tiempo los humanos casi llegan a su extinción, todo por no obedecer lo que decía el libro.
— es la primera vez que la ves ¿no? Las torres de Cristal —dijo Christopher— ¿no te parece que son fascinantes?
— Supongo que sí —murmuro a la vez que volvía a cerrar los ojos— se ven bien, ¿sabes? He leído en algún lugar que la belleza exterior sirve para ocultar el desagradable interior. Justo como alguien que conozco. Justo como yo….
—Riu…. —comenzaba a replicar Christopher— suficiente.
— ¿Por qué? —Cuestiono— ahora nadie escucha. Justo ahora solo estamos tú y yo y no tienes que fingir que soy otra persona —se llevo una mano a la cara— todos allí afuera tambien lo saben. Todos allí fuera me tienen miedo.
Christopher soltó un respiro— todos temen a lo que no conocen, es por eso que debes dar una buena imagen, has que tomen una buena opinión de ti. Has que conozcan al verdadero tu.
— ¿mi verdadero yo? —pregunto con ironía, riendo sin gracia. Su expresión se volvió helada al mismo instante— yo soy un arma, Christopher.
—Riu….
—No te preocupes —dijo mientras se recostaba en el respaldo del asiento— puedo ser encantador cuando me lo propongo. Tu solo conduce.
Riu se llevo una mano a la sien.
“arma humana” eso es lo que él en realidad era. No importaba que los científicos le hayan dicho que su nombre era “Guardián de la paz”. Para Riu eran palabras que sonaban bien y que no tenían que ver en el asunto. ¿Quién usa un arma para traer paz? Las armas solo traen muerte, Riu lo sabía. No por nada desde las primeras pruebas en que no pudo controlarse asesino a sus tutores.
El mundo que habia estado esperando por los resultados de la creación de “Guardianes de la Paz” quedaron horrorizados. El proyecto se cancelo y Riu tuvo que vivir con ese mal dentro de sí y con el temor que infundía a su alrededor. El mundo sabía que Riu Valentine era uno de los seres más peligrosos del mundo. Todos le temían.
— ¿a qué hora llegara Sara? —pregunto de repente.
—La señorita llegara en un auto diferente, ya te lo he dicho. Su rostro aun no puede revelarse al mundo —respondió al instante— su alteza, tu padre, así lo mando.
Por supuesto, pensó. Su padre hacia todo lo posible por mantener alejada a su hermana menor de él. Incluso el mismo Riu quería alejar a su pequeña hermana de él, pues era peligroso. Pero Sara siempre aparecía para hacerle compañía. Todo el mundo le tenía miedo, pero habia una persona que nunca le temería: esa era su hermana menor.
Se podría decir que ella era el único vínculo que tenia con su padre, el monarca de Fiore. Es por eso venían en autos separados, de no ser porque el protocolo lo hubiera exigido, Riu no estaría presente en esa reunión. Riu era simplemente su arma privada, pero un arma con voluntad propia. Es posible que a la gente le guste tener algo así de su lado, de su lado pero no precisamente cerca.
— prepárate, estamos llegando a la calle principal. Y yo que tu retocaría ese cuello.
Riu sonrió y doblo el cuello del saco, el siempre lo usaba alto, retoco la cinta azul de su brazo, en la que descansaba el emblema de Fiore. Un águila con alas extendidas. Fijo de nuevo su vista en el cristal, no mirando al exterior, sino a sí mismo. Siempre que iba a fingir estar cómodo en una situación incómoda se miraba en un espejo, solo para ver sus ojos.
Sus ojos eran grises, como los de su madre. Solo eso le tranquilizaba.
Apenas se detuvo el automóvil, los medios invadieron. Cámaras y micrófonos se aglomeraban en torno a la ventanilla del automóvil. Riu tomo aire y con la pesadez más fuerte que haya sentido jamás abrió la puerta, se irguió ante las cámaras que bombardeaban flashes y ofreció su mejor sonrisa.
Una de las reporteras, que distinguió era de Fiore, su cinta azul estaba muy bien arreglada y su emblema bien pulido, una mujer alta y rubia, ojos azules y figura envidiable le sonreía mientras se acercaba hacia él con el micrófono en mano, le sonreía. Una de las mas falsas sonrisas, porque de seguro, lo más seguro, era que estaba gritando por miedo. Miedo por él.
El micrófono cerca de sus labios, sus dedos ligeramente temblando—Señor Riu Valentine, sucesor del trono de “Fiore” ¿Cómo se siente al ser su primera participación en la Trigésima novena reunión del mundo por la Paz?
“esperando a que termine ya” era lo que quería decir. Pero se limito a seguir adelante con la farsa: mostrarse como un ser humano común y corriente.
Le respondió con una sonrisa— me siento… en paz —dijo complacientemente— incluso la atmosfera que se respira en Ragnar está plagada de ese sentimiento, es tan notorio que me llena y estoy seguro que cada presente en Ragnar me dará la razón.
—Por supuesto —sonrió la reportera, quizá algo impactada por la respuesta— esta sera la primera vez que su rostro saldrá publicado a nivel mundial, ¿Cómo se siente ante esto?
“supongo que el mundo quiere conocer el rostro de la bestia” susurro para sus adentros
—Supongo que agradecido —dijo— vivir en el anonimato es algo duro, es bueno dejar de esconderse y permitir que el mundo sepa quién soy.
Un sujeto con demasiados retoques faciales se animo a extender el micrófono ahora, tambien con la insignia de Fiore— como futuro monarca de Fiore, ¿Cuáles serán sus ideales en el futuro?
Riu sopeso en la pregunta. Pensó que el mundo esperaría que él, en su calidad de arma humana, extendiera una ola de muerte y destrucción en el mundo. Tontos.
—no me gusta hablar de lo que pasara cuando sera Monarca, eso implica que mi padre ya no estará y eso sería no solo doloroso para mi, sino tambien para Fiore, pero en el momento que suceda, estoy seguro que seré lo que espera el mundo de mi —dijo solemnemente, pero finalizando con otra sonrisa— mi meta sera lograr que cada ser humano en Fiore tenga la misma experiencia que yo justo ahora, estar respirando aires de Paz. Nadie quiere que suceda otra guerra más, y pondré todo de mi alcance para evitar algo así.
— ¿Qué hay de su padre, señor Valentine? —pregunto una mujer bajita pero con rostro redondo y semblante serio, esta tenía la cinta blanca sobre el brazo, con la insignia del dragón. Ella le miraba a los ojos, digna ciudadana de Halo. — esperábamos que él le acompañara en su llegada.
“yo tambien”
—El se encuentra en camino —dijo— de ninguna manera dejaría de asistir.
— ¿Qué opina acerca de conocer al futuro monarca de Halo? —pregunto otro reportero, increíblemente joven. Casi su misma edad, entre diecisiete y dieciocho años. Tambien de Halo— tenemos claro que tambien estará presente.
—Sera bueno conocerle —respondió— estoy seguro que nos llevaremos bien. Pondré todo mi esfuerzo en eso, la paz del mundo depende de ello.
“llevarse bien” resonó en su mente. Aunque nunca nadie tampoco le ha visto ni tampoco se ha sabido ni su nombre, después de todo tenían algo en común. El proyecto “Guardianes de la paz” tambien fue aplicado en Halo y Riu sabía que el hijo del Monarca habia participado. “más armas humanas” pensó. Pero según los rumores que el habia oído, la otra arma humana si se habia condecorado mundialmente como Guardián de paz, ese proyecto si se aprobó.
Muchas críticas mundiales determinaban que Riu era la encarnación de Mal, y que el Futuro monarca de Halo, era la del Bien. Después de todo estarían presentes allí, quizá así estarían equilibrados, como el Libro. Bien y mal subsistiendo en un mismo lugar.
Los flashes disparaban en todas direcciones. Riu se dio cuenta que lo de dar imagen de chico bueno y amable estaba dando resultados, pues mas reporteros se aproximaban a tomarle fotos. El se limitaba a sonreír y saludar. A través de la cámara podía verse en una pantalla. Alli, vestido de traje, su pelo negro perfectamente peinado y con la sonrisa impecable, no se reconoció, pero supuso que esa era la mejor imagen que podía dar.
“¿estás feliz, Padre?
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Y bien??? que les pareció?
